Una vez pensé que una manera diferente para disfrutar del Arte, el dibujo, la pintura  sería compartirla con alguien diferente, ajeno en ese momento a mi entorno, amistades… Dándole vueltas decidí que una buena opción sería dar clases de dibujo y pintura artística a personas mayores, ir a una residencia y ver si les interesa, si puedo aportar algo. Así es como comencé hace ya unos 8 años en la Félix LLobet a dar clases a todos aquellos que quisieran. Algunos de esos alumnos llevan desde el comienzo,  compartiendo ese amor por el Arte. Excursiones a exposiciones, clases de dibujo, que aunque en algunos casos pueda costar un poco más, en el fondo la teoría se entiende. Nadie les había explicado como funcionan las luces, las sombras, proporciones, perspectivas, que es un punto de fuga….

Recuerdo una de esas clases explicando que, para poder representar o dibujar una luz había que sombrear y oscurecer el entorno para que se produjera el contraste  y  realzar así esta. Una de mis alumnas, Esther, comentó : «Como en la vida, a veces es necesario quedarte a oscuras para ver claro de donde te viene la luz». ¿Qué profundo verdad? 

Pasaron los años y esa alumna, Esther, se ha convertido en mi abuela. Compartir y descubrir esa afición nos ha unido como la familia que uno escoge. ¿¡Quién me lo iba a decir!? Suena a tópico pero, una va con la intención de dar y resulta que recibe muuuuucho más.

Al cabo de los años además de reconocernos como abuela y nieta, también quería reconocerle el talento escondido. Nunca había dibujado o pintado y ver los dibujos que hace, lo que ha aprendido,  lo que le he podido enseñar,  lo que hemos compartido, es Mágico. El Universo quería presentarnos, no hay otra explicación.

Aquí os presento a Esther y sus dibujos. Ya os iré contando nuestras clases.